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Foto del escritorJosé Gil

Algunas cuestiones importantes para el análisis y la reflexión

En tan poco espacio como el que se me indica para esta aportación, sólo cabe esbozar muy sucintamente algunos de los temas que considero más importantes y necesarios de clarificar o al menos reflexionar sobre ellos y que están en el ambiente y forman parte cotidiana del debate cultural de nuestra actual sociedad.


Voy simplemente a señalarlos, porque son varios, aunque tienen, en mi opinión, una raíz común que se está negando en la práctica y también teóricamente. Esa raíz común es la desconfianza en la capacidad de que la razón pueda alcanzar la verdad y, por tanto, estemos sujetos de modo inevitable a conformarnos con una posición relativista (Se trata del llamado "pensamiento débil" expresión de Gianni Vattimo). Consecuencia de ello solo cabe el entendimiento entre los hombres y los pueblos apelando al consenso (Es la postura de J. Habermas).


Toda esta actitud postmoderna procede del desencanto, del pesimismo, del fracaso de los sistemas filosóficos de la modernidad. Se trata del fin de los "grandes relatos", y la filosofía ahora solo puede aspirar a "pequeños relatos", algunos campos muy limitados de la realidad.


Resulta curioso y llamativo que precisamente la Iglesia Católica, tachada de forma injusta tantas veces como oscurantista y ligada a supuestas verdades de fe que no admiten demostración científica alguna y que por tanto se consideran contrarias al a razón, haya salido en defensa de las capacidades de la razón humana para alcanzar la verdad.


Ha sido el Papa San Juan Pablo II en su excelente Encíclica "Fides et ratio" quien ha realizado una vigorosa defensa de la capacidad humana de alcanzar la verdad defendiendo precisamente a la razón del ser humano. Somos seres dotados de entendimiento cuyo objeto propio es la verdad.


Desde el siglo X al XII, de modo sistemático, a través de grandes filósofos y teólogos como San Anselmo, Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura y tantos otros, recogiendo el pensamiento griego de Platón y Aristóteles establecen argumentalmente la perfecta conciliación entre la fe y la razón. Si bien desde el comienzo del Cristianismo, como señala E. Gilsón, la fe cristiana es considerada como la religión del Logos. Es decir, la fe cristiana no solo no va contra la razón ni prescinde de ella, sino que contrariamente a lo que se afirma es una religión que se apoya en la razón y ratifica el valor de la razón.


Como el mismo comienzo de la Encíclica "Fides et ratio" afirma:

La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo.

Hay dos actitudes contrarias a esta afirmación fundamental:

La primera es la que afirma que solo lo que es conocido o accesible a la razón puede ser admitido. Es decir, no hay más realidad que la realidad cientifico-técnica, la de las ciencias exactas o empíricas.


Esta postura aún permanece vigente en muchos, pero filosóficamente, desde el punto de vista gnoseológico ha sido discutida y puesta en cuestión. Basta citar a K. Popper.

También el Prof. Mariano Artigas en "Ciencia, razón y fe", argumenta claramente que la ciencia empírica sólo puede atender a la realidad empírica. Y por tanto, si hay otra realidad que no es empírica jamás podrá decir nada sobre ella porque escapa precisamente a su método y posibilidades. Es decir, la ciencia no es la única posibilidad de una verdad no empírica. Es posible el acceso a verdades por otros caminos.

La segunda postura es la que ya hemos señalado anteriormente. Es la postura pesimista propia del postmodernismo que niega incluso la posibilidad de alcanzar cualquier tipo de verdad. Ni siquiera la de la razón. De ahí que estemos abocados a un relativismo.


Todos estos temas están detrás de realidades complejas socioculturales en las que vivimos actualmente. No ya en el campo teórico, en la especulación filosófica académica sino en sus influencias en la sociedad y en los grupos humanos.


Por ejemplo: En el campo de la moral, si no hay verdad posible objetiva, nadie puede decir que algo es bueno o es malo. No se puede establecer lo que es justo o injusto. Si la razón no es capaz de alcanzar la verdad objetiva queda todo en el aire.


Si no hay trascendencia, si solo existe lo material, entonces el ser humano es fruto de la casualidad, del azar, un mero conjunto de elementos químicos. ¿Dónde queda la libertad y la responsabilidad? Como decía pone Dostoievski en boca de uno de sus personajes en "Los hermanos Kamarazov": "Si Dios no existe, todo me está permitido".

¿Por qué tendría que dar cuentas a alguien de mi conducta?


Contradictoriamente a esto, y siguiendo la corriente filosófica existencialista, si no hay una realidad objetiva sino mera existencia, entonces cada uno es libre de darse a sí mismo su propia esencia, es decir, construirse. Esto es lo que hay detrás de la ideología LGTB y del Transhumanismo, de la Agenda 2030, del Nuevo Orden Mundial, etc.



 

Dejo a continuación algunos artículos que me parecen interesantes para profundizar en estas cuestiones:


La identidad personal y sexual: La identidad personal es una realidad compleja, con múltiples aspectos, significados y funciones. En términos generales, remite a la dimensión más intrínseca y original de la persona, a las claves que le permiten comprenderse a sí misma y entender su lugar en el mundo.


Peter Kreeft o la razón en una época sin razón: En "Cinco defensores de la fe y la razón", Richard Bastien acerca a pensadores consagrados (J. H. Newman, G. K. Chesterton, C. S. Lewis) y a otros no tanto para el público en español: Peter Kreeft y Alasdair MacIntyre. De Kreeft tratamos en este artículo. Por José Manuel Grau Navarro - 13 septiembre, 2019


Clima, ideología, verdad y consensos por Luis I. Gómez Fernández - 26 octubre, 2021.


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