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Abraham Martínez Moratón

De médico a sacerdote


Mi nombre es Abraham Martínez Moratón, tengo 32 años, natural de Murcia. Actualmente soy seminarista de cuarto curso del seminario mayor San Fulgencio de la Diócesis de Cartagena, Murcia, España.

Estudié la Licenciatura de Medicina en la Universidad de Murcia, XL promoción 2008-2014. Durante el tiempo como universitario no me planteé la vocación sacerdotal; concretamente pensaba que encontraría a la mujer de mis hijos, y mi vida se desarrollaría como la de un padre de familia, ejerciendo la profesión de la medicina; ayudando a los demás. Ya que desde mi paso por el Instituto Público La Flota, tenía claro que quería hacer “algo” para ayudar a los demás; lo cual se cumplía a la perfección con el estudio y el ejercicio de la medicina.

En los últimos años de la licenciatura, a través de una compañera que procedía del norte de España y venía a terminar medicina en Murcia, conocí los EUC: Encuentros de Universitarios Católicos, y, de hecho, estuve en uno de estos encuentros, junto a otros compañeros de clase, en Ávila. Recuerdo con gusto el viaje y la oportunidad de conocer a otros jóvenes católicos universitarios comprometidos con su fe. Fue una experiencia muy enriquecedora para mi fe.

También me gustaría decir que durante mis estudios universitarios estaba implicado en mi comunidad parroquial de Cristo Rey, sobre todo en el ámbito de la catequesis de confirmación. Al principio mediante la convivencia anual de semana santa y alguna otra actividad puntual a lo largo del curso. Sin ninguna duda, fue especialmente importante para las bases de mi vocación comenzar de catequista en mi parroquia, cuando estaba en el último curso de universidad, y cómo desde la catequesis juvenil iba conociendo mejor a Jesucristo y a su Iglesia, sobre todo, a través del Catecismo de la Iglesia Católica, y el testimonio de los catequistas de la parroquia junto al del párroco.

Recuerdo de forma entrañable las noches en las que terminaba con el estudio de la medicina, y antes de acostarme dedicaba un tiempo estimado de 20-30 minutos para leer el catecismo e ir formándome lo mejor posible, por la responsabilidad y el temor de enseñar la doctrina católica a los jóvenes de la parroquia.

Por otra parte, la vida universitaria me permitía relacionarme y conocer a un variado grupo de personas, con los cuales compartía las alegrías y sufrimientos inherentes a la vida estudiantil; pero no llegaba a trascender ni implicarme con ellos en actividades promovidas por la Iglesia. Tan solo invité a algunos compañeros a que viviesen la experiencia de una convivencia con jóvenes de confirmación por medio de la parroquia de Cristo Rey, nada más.

En conclusión, el tiempo como estudiante de medicina en la Universidad de Murcia me ha ayudado a nivel personal, sobre todo en la formación intelectual y comunitaria, y desde mi comunidad parroquial y en mi familia (con el ejemplo y educación de mis padres y hermanos), he crecido, sobre todo, en los ámbitos pastoral y humano. Por tanto, desde mi experiencia animo a potenciar desde la pastoral universitaria las actividades y encuentros que se oferten a los jóvenes estudiantes, para posibilitar, en primer lugar, un encuentro personal con Jesucristo, y a través de un mayor conocimiento de Dios, tener un mayor conocimiento personal; ya que es imposible conocerse a uno mismo, sin antes conocer a Dios, y saber leer “las instrucciones” que nos ha dejado para conocer la verdad del amor y del corazón humano.


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