Una introducción al elogio (Sb 1,1 – 6,25).
Ya dijimos en su momento que el elogio, o encomio, es un género bien conocido desde la antigüedad. Tiene su estructura propia. Y nuestro autor, culto, bien formado, lo sabe y la respeta.
Tiene tres partes, la primera de ellas es el exordio. Una introducción con la que empezar a abrir boca. Tiene que servir para despertar el deseo de conocer mejor el tema de que estamos tratando. Es bueno dar algunos datos sobre la virtud en cuestión, pero sin profundizar del todo, eso llegará más adelante. Ahora se trata de despertar el deseo. Que no es poco.
Y para ello es bueno recurrir a los que piensan de modo diferente, a los adversarios. Antes de que ellos mismos nos planteen sus dificultades el autor las saca a la palestra, para así poder desmontarlas cuanto antes.
Y todo con un sentido muy didáctico, todo muy práctico. Para que los demás lo podamos entender mejor, nuestro autor suele hablar de casos concretos, personas, situaciones. No se trata necesariamente de personajes reales, pero sí de situaciones habituales, de tipos de personas que todos conocemos.
Y, viendo cómo actúan unos y otros, podemos ver lo buena que es la Sabiduría, que es la que marca la diferencia entre ellos. Todo bien pensado, dije al principio, y es verdad. Cada texto, cada argumento, está perfectamente colocado donde tiene que estar.
No voy a detenerme demasiado en la estructura del libro, y en las distintas divisiones que encontramos en él, pero creo que es bueno dar algunos datos para mostrar que estamos ante una obra bien acabada. Cada cosa en su sitio.
El exordio ocupa los primeros seis capítulos del libro. Y tiene una estructura concéntrica. Es decir, lo más importante se coloca en el centro. Lo anterior es una preparación y lo posterior viene a ser un sacar las correspondientes conclusiones. Y lo anterior y lo posterior se corresponde, casi párrafo a párrafo, una cosa con la otra.
Sin querer meterme demasiado en detalles, ni marearte con teorías de especialistas te voy a decir que el capítulo 1 y el 6 se parecen bastante, los dos se dirigen a los que mandan en este mundo. Y con el capítulo 2 y el 5 pasa lo mismo. En este caso el libro le da la palabra a aquellos que se oponen a la Sabiduría, y se ven las consecuencias de ello. Y en el centro los capítulos 3 y 4 con el mensaje fundamental. La mejor fecundidad la tienen aquellos que se dejan conducir por la Sabiduría.
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