Estos días he estado observando un poco más detenidamente los contenidos que nos solemos encontrar en las redes sociales, la televisión…, y he podido llegar a la conclusión de que ya estamos en carnaval. Solo vemos a personas que muestran una faceta perfecta de su vida en la que no existen los problemas o los malos días.
No nos damos cuenta pero esto es un gran peligro. Estamos corriendo el riesgo de vivir con una máscara que nos impida observar la realidad tal y como es; y ya no solo eso, sino también poder mostrarnos al mundo como somos cada uno de nosotros.
Esto está provocando heridas muy grandes en la sociedad y más concretamente en los jóvenes. Ante una sociedad que busca un canon de perfección tan inalcanzable, en la que siempre se consiguen las metas que uno se propone, pese a ser muchas veces irreales, ante una sociedad que ya te dice como tienes que pensar y actuar me pregunto qué pasa si no cumplo con eso que la sociedad me quiere imponer.
En el Evangelio podemos ver como un ciego que estaba tirado al borde de un camino, sabiendo que iba a pasar Jesús, se pone a chillarle sabiendo que es su última esperanza. Los propios seguidores le callaban para que no molestara al maestro, pero el ciego siendo consciente de su realidad insistió ignorando a los seguidores de Jesús. Obviamente Jesús no podía hacer oídos sordos a su clamor se acercó y por la fe de esta persona recobró la vista.
Amigos, dejemos que cada uno sea como es. Somos un regalo que Dios da al mundo. Está claro que, con limitaciones, imperfecciones y deficiencias, pero con un valor incalculable y con un potencial maravilloso. No somos fruto de un azar o casualidad del destino, sino una respuesta de amor de Dios al mundo.
Si algo que brilla lo ocultamos no sirve de nada. No apaguemos la luz que cada uno tiene porque solamente con esa luz el mundo puede evolucionar. Da igual si no llegamos a cumplir esos cánones de perfección que la sociedad nos impone. Dios lo único que te pide es que seas feliz como eres, que te quieras, que te esfuerces por ser una persona mejor cada día y solamente cumpliendo esto podremos dar de nosotros lo mejor a los demás. Recordad que solo podemos dar lo que tenemos. Así es que como consejo vive la vida, disfruta, crece, y quítate la máscara que impide que disfrutemos del regalo que Dios nos ha mandado al mundo que eres tú.
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