Paula Gil Cano nace en Vera provincia de Almería en España, el 2 de febrero de 1849 y debido a la pobreza y problemas familiares, muy niña fue ingresada en la Casa de Misericordia de Cartagena (Murcia).
Aquí, su bondad, su dulzura, su responsabilidad era bien conocida de sus educadoras, de sus compañeras y de las pequeñas que estaban a su cuidado. Y aquí su corazón se fue enriqueciendo con la práctica de la caridad, de la sencillez y de la humildad.
Como todas las jóvenes de su edad, estaba en búsqueda; aspiraba a encontrar su camino en la vida. Cada día rezaba: Muéstrame, Señor, el camino de tu voluntad. Y pedía a la Virgen que le ayudara a descubrir lo que Dios quería de ella.
La trágica riada del Segura que inundó la capital murciana en 1879, vino a ser la respuesta a su interrogante sintiéndose llamada para prestar ayuda a las niñas que, a causa de ella, habían quedado sin padres y sin hogar.
Paula se ofreció gustosa no sólo a ser madre de los huérfanos y desamparados, sino también de los pobres, de los enfermos, de los ancianos que están solos y marginados. Esta era su vocación. Había encontrado el camino de su realización personal y por tanto la verdadera felicidad. Porque sólo es feliz el que hace felices a los demás.
Paula no tenía nada, ni dinero, ni poder, ni influencia, ni excepcionales dotes personales, pero tenía mucha confianza y amor a la Virgen Inmaculada y un gran corazón. Un corazón maternal para las niñas huérfanas, a quienes procuraba alimento, vestido, calzado, educación y cariño. Un corazón que acogía a los pobres, a los ancianos, a los transeúntes que visitaba y servía a los enfermos, a los encarcelados, y que enterraba a los muertos; un corazón que oraba por todos. Madre Paula vivía así el Evangelio de la caridad para con los pequeños y pobres; el evangelio del sufrimiento y del dolor porque quien no toma su cruz y me sigue no puedes ser discípulo mío. Vivió el evangelio del perdón derramado en quienes le hicieron sufrir y el evangelio del amor a todos.
Para dar continuidad a este carisma de amor y entrega a los más necesitados, fundó la congregación de Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción que el Papa León XIII aprobó en 1901, pasando a ser de Derecho Pontificio.
Madre Paula murió santamente el 18 de enero de 1913.
El 14 de octubre de 1995 se abrió el Proceso Diocesano de su Canonización en Murcia y se clausuró el 11 de octubre de 1997 para continuarlo en Roma.
Aquí, tras el minucioso estudio de la Positio, los Padres Cardenales y Obispos en la sesión Ordinaria del 20 de junio de 2017, presidida por el Cardenal Ángel Amato, han reconocido que la Sierva de Dios Paula de Jesús Gil Cano ha ejercitado en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y anexas.
Así lo publica el Decreto firmado por el Santo Padre Francisco, por el que Madre Paula ha sido declarada Venerable.
DECRETO
Su Santidad el Papa, después de recibir y ratificar los votos de la Congregación para la Causa de los Santos, el día 7 de julio de 2017 declaró: Que consta de las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad, tanto hacia Dios como hacia el prójimo, además de las cardinales Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza y las anexas en grado heroico, de la sierva de Dios Paula de Jesús Gil Cano fundadora de la Congregación de Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción, en el caso y para el efecto de que se trata.
Este es un paso muy decisivo con el que culmina el estudio de la positio en Roma y el que nos abre las puertas a su Beatificación. Por ello, con Madre Paula decimos: ¡Gracias a Dios por todo!
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