Por pura providencia divina pude asistir este fin de semana a la convivencia de la pastoral universitaria. Dios me regaló estos 2 días de encuentro con Él, y tengo claro que el Señor quería que escuchara lo que tenía que decirme, no iba a dejar que me lo perdiera por nada del mundo. Fue una experiencia única poder asistir a la convivencia Alpha , compartiendo nuestra fe en Dios inundados por el Espíritu Santo en todo momento. Aprendí más acerca de quién es la tercera persona de la Trinidad y como actúa, y pude conocer su misterio más profundamente. Esto me sirvió de gran ayuda a la hora de entender cómo se comunica con nosotros, como inspira nuestro día a día para hacernos saber qué camino elegir cuando estamos un poco perdidos. También tuvimos momentos para compartir nuestras vivencias y experiencias entre nosotros, siendo muy enriquecedor para mí escuchar los testimonios de varios universitarios y pudiendo compartir el mío con ellos. Es alentador ver cómo interviene el Señor en cada uno de nosotros para guiarnos. Hubo una idea que me resuena todavía en la cabeza, como un eco que se me ha quedado en el recuerdo, y me consuela pensar en ello: Dios se comunicaba en el Antiguo Testamento a través de los profetas, en el Nuevo Testamento a través de Jesucristo, y después de resucitar, nos dejó su Espíritu hasta el fin de los tiempos, para que siempre podamos escuchar a Dios y tener su amor rodeándonos e iluminándonos.
No estamos solos, y eso me inspira mucha tranquilidad. Por si esto no fuera suficiente, tuvimos una hora santa, en la que ayudados por unas meditaciones de D. Pedro, me hicieron sentir que Dios estaba en la capilla con nosotros regalándonos su paz. Él era uno de nosotros, estaba allí presente, y bañaba todo con su luz. Una frase que resuena en mi cabeza: “No esperes a ser perfecto para amarme, porque si no nunca me amarás” me hizo reflexionar: Qué descanso es saber que Dios me ama por ser su hijo, Él ya sabe que tengo pecados y que caigo una y otra vez, pero me conoce desde el principio de los tiempos, y me quiere tal cual soy, qué descanso no tener que esforzarme en ser alguien que no consigo ser. El Señor entra en mi tristeza y me rescata del abismo para regalarme su misericordia y su amor, devolviéndome la felicidad. Allí, en ese momento de silencio admirando al Santísimo, escuchando todo lo que tenía que decirme, pude sentir esas palabras de ternura y ánimo que tenía para mí. También tuve tiempo para rezar mientras paseaba, a la orilla del mar, y pensar en la creación; mirando las estrellas me sentí tan pequeño en esa oscuridad inmensa allá arriba, y pensaba cómo Dios ha sido tan bondadoso con nosotros de regalarnos un poco de tiempo, un poco de vida, para poder admirar su obra y darle gracias por existir.
Quisiera agradecer al equipo organizador y a los músicos todo el trabajo que han hecho y el tiempo que le han dedicado, ha sido increíble. Y darle las gracias también a D. Pedro García Casas por la enorme labor que está haciendo con la pastoral universitaria que cada día crece más, acercando a Dios a los jóvenes y ayudándolos en su camino de fe. Un gran abrazo y espero impaciente el siguiente encuentro con vosotros.
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