El pasado lunes 22 de febrero tuvimos otro encuentro en torno a la Palabra de Dios. En este tiempo de Cuaresma, la oración debía ser acorde a ella, por ello, este lunes se nos presentó la lectura de las Tentaciones de Jesús ( Lc 4, 1-13)
Dábamos comienzo al encuentro despertando el corazón con la canción de la Hermana Glenda Tu tienes palabras de vida eterna. Y así es, Dios tiene para nosotros palabras de Vida Eterna que nos llevan a aprender, a crecer y a alimentar el espíritu.
De esta lectura sacamos mil pedacitos de gracia que cada uno de nosotros alzaba con voz clara:
Se conoció que el núcleo de toda tentación está en dejar al margen a Dios.
Que no sólo de pan vive el hombre sino que sin el espíritu, el alma muere.
El desierto es necesario (así como Cristo lo vivió) , pues es en el donde somos capaces de conocernos a nosotros mismos.
Dios mismo, Jesús, soportó la humillación de ser tentado para mostrarnos el camino a seguir, a ser firmes frente a ella y poniendo los ojos en el cielo.
Por ello, mirar a Dios para ver menos nuestro propio egoísmo. Mirarlo a Él, significa orar de corazón.
Es importante, no dialogar con la tentación y como esta viene tantas veces disfrazada, debemos conocernos bien para poder combatirla de la mano de Jesús.
Entre estos ecos que cada uno acogía en su ser y que nos dejaban ver con más claridad, escuchamos dos cantos por parte de nuestros compañeros que nos unían en un corazón con Dios.
Cerrábamos otro precioso lunes de oración con una cita del evangelio:
«Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil» Mt 26,41
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