«Tengan entusiasmo, busquen los rostros, amen.» (Francisco)
El pasado mes de diciembre la Pastoral Universitaria comenzó su andadura de nuevo.
Arrancamos con una Eucaristía el día 21, recibiendo la palabra de Dios en unos corazones dispuestos a extender la Buena Noticia en la comunidad universitaria, y siguiendo el ejemplo de la protagonista del tiempo litúrgico que éstos días vivimos, la Santísima Virgen.
Como nos recuerda el Evangelio de ese día, María fue la primera cristiana, la primera discípula, inclinándose ante la grandeza de la misión que se le encomendaba, diciendo «Sí» al Ángel. Y cuando llena de santa alegría fue a prisa, por los montes de Judea a visitar a Isabel, se convirtió en imagen de la futura Iglesia, llevando la esperanza del mundo por los montes de la historia. Esa alegría interior de una muchacha judía de una aldea de 20 casas en Nazaret, se desbordaría en el Magníficat, con una Gracia de eterna duración. «Alégrate» es lo primero que María escucha de Dios, alegría es el salto que Isabel experimentó en su vientre cuando le visita la madre de su Señor, alegría que se contagia a los miembros de esta comunidad universitaria por medio del Evangelio.
La Pastoral Universitaria es una pequeña parcela de la Iglesia, a la que Dios nos ha llamado a ser su voz, palabras vivas, y cuyo núcleo original está constituido por una representación de tres grupos: Personal Docente e Investigador, Personal de Administración y Servicios y los Alumnos.
En este espacio cada semana persistimos unánimes en la forma de pensar, de actuar y en la oración. Como los apóstoles y las mujeres que seguían a Jesús, nos reunimos para la fracción del pan, y para presentar a los jóvenes (y no tan jóvenes) a Jesús, para que lo busquen y lo encuentren, para que lo amen, y se queden a Su lado. Queremos llevar la Paz que nos prometió en Su Evangelio, aquella que el mundo no les puede procurar.
Conscientes de que quien no pone a Dios en sus vidas no sabe contar, queremos llevar los sueños de Dios a la Universidad.
La noche de nuestro encuentro, Dios susurró en nuestros oídos que el mejor momento está por llegar, como por llegar está Su intervención para mirar a los jóvenes como nadie antes los había mirado, para abrirles los corazones, para hacerles libres, sanarlos y darles una esperanza, como hizo con Zaqueo, Bartimeo, con Mateo…
Que, como María, nos inclinemos ante la grandeza de la misión que se nos encomienda. Que nuestra fe sea pensada, para ser vivida. Que la Universidad sea una comunidad en busca de la Verdad y del Conocimiento.
¡Ánimo y adelante!
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